


Madrid me Mata se convirtió en el fanzine más icónico
Bazofia es un fanzine / tebeo que nació en noviembre de 1975 en el contexto del Rastro madrileño, el ágora de la prensa marginal madrileña, y sobrevivió hasta 1977, con ocho números y periodicidad irregular. Publicaba historietas marginales llenas de violencia, sexo, drogas y compromiso urbano, cuya temática giraba en torno a la represión, el inconformismo, el rechazo de las costumbres y las instituciones establecidas y otras frustraciones que soportaban sus autores.
La imitación de la nueva ola londinense que desembocó en la Movida madrileña, encontró en las revistas La Luna de Madrid y Madriz el mejor reflejo impreso de sus originales inquietudes creativas. Nuevas generaciones de jóvenes artistas saltaban a la palestra llenos de ideas, sin preocuparse por los medios y técnicas que utilizaban para su expresión. Ellos se encargaron de crear una mitología gráfica provocadora, que mostraba un espíritu de transgresión alegre y dotaba a la denuncia de originales tintes artísticos.
Prensa marginal madrileña
Junto a los ejemplos citados, proliferaron en Madrid numerosas revistas y fanzines marginales. Publicaciones que surgían como un intento más de comunicación entre círculos contestatarios, con la mentalidad propia de la contracultura española, de tintes ácratas y nihilistas. Medios de comunicación de una subcultura que comenzó a manifestarse en diferentes puntos de la capital, en algunas facultades de la Universidad Complutense, el Ateneo Politécnico del barrio de Prosperidad, el Rastro y en los alrededores de la plaza del Dos de Mayo.
Como muestra de la Prensa Marginal Madrileña Mmm...! y Bazofia, dos revistas que formaron parte de PREMAMA y reflejaron en sus páginas este interés por abordar nuevas temáticas, desnudar sus sentimientos y fomentar la experimentación creativa en diversos campos artísticos.

Bazofia nació en un ambiente totalmente underground
Dirigida por Felipe Hernández Cava y financiada por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de la capital, Madriz (1984-1987) se convirtió en todo un revulsivo estético y formal que agrupó en sus páginas las obras de un grupo de autores que se acercaban a la historieta con innovadores planteamientos estéticos. Desde un punto de vista gráfico, estos dibujantes rompieron con la estética tradicional del tebeo, introduciendo nuevas técnicas e impregnando las viñetas de unos valores plásticos cercanos a las corrientes pictóricas en boga.
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La aparición de Madriz coincide con una nueva expresividad que se agitaba en todos los ámbitos creativos de la ciudad. Esta renovación estilística y argumental ya no encajaba con la línea editorial de otras publicaciones.
La revista ofreció una plataforma donde publicar su obra a jóvenes dibujantes, junto a otros creadores ya reconocidos en el ámbito del comic.
En total editaron treinta números que en su interior ocultaban obras de estilos muy diversos, desarrollando un cambio de sensibilidad que desembocaría en la experimentación, la heterodoxia en las formas narrativas y estéticas y la identificación con el propio contexto de la Movida madrileña.
El diario El País se hacía eco del nacimiento de La Luna de Madrid con la siguiente noticia:
"La luna de Madrid es una revista de creación abierta, de opinión y controversia modernista que intenta recuperar la cultura, la que existe", dice su director, Borja Casani. Los antecedentes de esta nueva publicación se remontan al mes de enero pasado, cuando nació un grupo llamado La luna, que se dio a conocer en Madrid organizando primero una exposición de 60 pintores sobre un solo tema, la luna, y montando después en la sala La fiesta un curioso concurso de streap tease. "Funcionamos convocando por sectores", dice Borja Casani. Cada uno de los miembros del equipo está especializado en una parcela.
José Luis Tirado es diseñador, Vicente Patón, arquitecto, José Tono Martínez se encarga de la literatura y Juan Carlos de la Iglesia, de la música. Una parcela para cada uno, que ahora tiene un espacio físico, de papel, en el que trabajar. "Nuestra labor es de coordinación", dice Casani. "Nosotros no solemos escribir. Esta es una revista de creación abierta y no tiene más opinión que la particular de cada uno de sus colaboradores. Ni siquiera garantizamos la calidad, porque incluso habrá colaboradores que no sepan escribir bien, por ejemplo, pero que tienen algo que decir".